Por: Miguel Ángel Arias Ortega
Ilustración: Cam de la Fu, cortesía de Nexos
La “normalidad” actual, que lleva al virus como pasajero permanente, derribó también muchas de nuestras probabilidades, conjeturas y explicaciones sobre lo que ocurriría con la pandemia y sobre el acontecer futuro, donde muchos siguen esperando la “vuelta a la vida” como era antes. Pero eso no ha ocurrido y la situación llama al análisis y reflexión sobre lo que acontece y sobre el papel que deben jugar los procesos educativos, toda vez que este nuevo escenario ha provocado que la mayoría de nuestra vida haya migrado al espacio virtual; desarrollamos un porcentaje importante de nuestras acciones a través de plataformas digitales, con un mínimo de movimiento y en espacios definidos al interior de nuestros hogares. Es en este contexto donde ubico algunos de los grandes retos para la educación ambiental, en la medida que debemos preguntarnos: ¿qué hacer y cómo para que el individuo se preocupe por el medio ambiente? ¿Cómo orientamos la atención de los sujetos hacia el establecimiento de nuevas formas de relación e intercambio con los demás sujetos y con la naturaleza?