Por: Marco A. Fernández y Laura Noemi Herrera
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
La verdadera apreciación de un país por la educación se refleja en los recursos que sus gobiernos destinan para su financiamiento. Desde 2008 hasta 2015, la educación en nuestro país disfrutó de un alza sustancial en la asignación de fondos. Sin embargo, desde entonces, hemos sido testigos de un descenso gradual de recursos, tocando fondo en 2022, con 944 753 millones de pesos. Este fue precisamente el año en que las escuelas reabrieron tras prácticamente dos años de permanecer cerradas por la pandemia, un presupuesto similar al que se observó en 2011. En 2023, se brindó un pequeño respiro presupuestal con un incremento del 7.7 %. Ahora, para 2024, se contempla un aumento de 2.9 %: un avance que apenas supera el gasto ejercido diez años antes, cuando no se tenía un sistema educativo trastocado por una emergencia que ha acotado oportunidades de acceso a los servicios educativos, serias afectaciones en aprendizajes de los estudiantes y desafíos socioemocionales para toda la comunidad educativa.