La (fallida) militarización en el noroeste de México

En Sonora, la desestabilización generada por operativos conjuntos abre las puertas al incremento de conflictos entre grupos y las Fuerzas Armadas, así como al aumento en el número de víctimas de la violencia letal en el corto plazo.

¿Quién gana realmente con la militarización? | Estelí Meza
Nexos
Ciudad de México /

Por: Brenda Dalid González Aguirre

Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos

Alfonso Durazo salió de la SSPC tras afrontar los dos años más violentos del país desde que hay registro. A su llegada como gobernador, anunció que su principal apuesta sería atender el decadente tema de seguridad pública. Posteriormente, especificó que la presencia de la GN, el Ejército y la Marina eran necesarias para contener las olas de violencia que se habían registrado en Sonora. Tan sólo en los primeros meses de su administración, la entidad se convirtió en una de las regiones más blindadas por elementos de seguridad. Al momento, Sonora cuenta con más de 2000 elementos activos de la Guardia Nacional (GN), seis cuarteles activos y dos en construcción. Específicamente, en 2019 había 976 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), desplegados en Sonora, pasando a 2793 en 2021. Durante el mismo periodo, el número de soldados de la GN aumentó de 1186 a 2699. Posteriormente se anunció el reforzamiento de fuerzas estatales y federales. De acuerdo al Índice de Paz 2022, Sonora experimentó el mayor deterioro en el clima de seguridad pública y en su calificación general, consecuencia del aumento del 20.8 por ciento en su tasa de homicidios.

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