Por: Roberto Remes Tello de Meneses
Ilustración: Kathia Recio, cortesía de Nexos
Somos una ciudad llena de retos cotidianos en materia de agua, transporte, drenaje, mantenimiento, servicios. Los recursos nunca han alcanzado y, bajo crisis económica, menos aún. Cada acción pública implica el sacrificio hacia otras acciones que se cancelan. Además, hemos optado por decisiones que limitan la recaudación y expanden los subsidios. Mantener un bajo precio del metro o tarifas moderadas del agua conlleva impactos en el presupuesto total de la ciudad. Estamos predestinados a jalar el sarape: cubrir a unos para descobijar a otros. Con este nivel de supuesta planeación, seguiremos sin vincular el desarrollo urbano con la movilidad. Y quedamos aún más lejos de hacerlo con el desarrollo económico, como ha venido ocurriendo en las ciudades asiáticas en las últimas décadas.