Por: Jesús Silva-Herzog Márquez
Ilustración: José María Martínez, cortesía de Nexos
Era 1929, muy poco tiempo después de haber sido publicadas las conferencias de las que proviene el libro. De inmediato, Ocampo busca a la novelista, le escribe cartas, le regala orquídeas, le envía cajas repletas de mariposas, la visita en su casa en Londres. Woolf se siente acosada por la adinerada sudamericana de “ojos de huevo de bacalao fosforescente”, pero permite que un argentino traduzca, para Sur, La habitación y también Orlando. Se llamaba Jorge Luis Borges.