Por: Julio Frenk y Octavio Gómez Dantés
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
La crisis del coronavirus ha puesto en evidencia el riesgo que representa la absurda contrarreforma que se legisló de manera precipitada el año pasado y que ha minado las bases organizacionales y financieras del sistema nacional de salud. La crisis, sin embargo, les está ofreciendo al gobierno y al congreso la oportunidad de rectificar el rumbo en materia de salud. La emergencia justificaría cancelar los cambios destructivos a la Ley General de Salud que dieron origen al Insabi, una institución que entró a la escena nacional con el pie izquierdo apenas en enero. Si lo hacen, tendrían una segunda y última oportunidad de construir el sistema de salud que el presidente López Obrador le prometió a la nación: un sistema de salud como el de Canadá, el Reino Unido y los países escandinavos, es decir, un sistema bien financiado, plural y descentralizado que garantice la cobertura universal de servicios integrales de salud y sea capaz de protegernos contra las pandemias que inevitablemente habrán de venir.
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