Por: José Pablo Ampudia Settels
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
“Para que vean que tarde o temprano damos con los culeros y para que vean que es cierto vamos a publicar desde su página este video”, fue la leyenda que acompañó la reciente publicación de un video en redes sociales en el que se exhiben a dos periodistas encadenados y visiblemente aterrorizados. Dichos periodistas fueron secuestrados días antes por miembros de la Familia Michoacana por publicar en su portal de noticias contenido supuestamente perjudicial para dicho grupo criminal. Si bien este video revela una vez más el grave problema de violencia en contra de periodistas que se vive en México, lo cierto es que también pone de manifiesto una preocupante realidad que no ha sido plenamente integrada en las acciones institucionales de combate al narcotráfico: la creciente presencia de las organizaciones criminales en redes sociales. En efecto, los cárteles mexicanos han incorporado estas plataformas en su estrategia de crecimiento como herramientas para controlar la narrativa y lanzar campañas de relaciones públicas, difundir y obtener inteligencia que facilite sus operaciones, reclutar nuevos miembros, enviar mensajes intimidatorios en contra de posibles opositores y crear bases de apoyo social que recientemente les han permitido penetrar en la esfera electoral.