Por: Marco A. Fernández y Laura Noemi Herrera
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Recientemente Unesco, Unicef y el Banco Mundial compartieron tres estrategias puntuales para atender el desafío educativo que dejó la pandemia: a) hacer un diagnóstico de los aprendizajes afectados entre los estudiantes tras dos años de clases a la distancia; b) establecer rutas de recuperación y redirigir la enseñanza para centrarse en los aprendizajes imprescindibles; c) desarrollar estrategias puntuales para atender las afectaciones emocionales de los estudiantes y atenuar su impacto en su aprendizaje. En términos presupuestales, el gobierno del presidente López Obrador ha despreciado las tres estrategias. Para Mejoredu —el organismo que debiera coordinar el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación— se propone un presupuesto que es apenas un 66 % de lo que se destinaba para los programas de evaluaciones diagnósticas en 2017 del extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Por ejemplo, no se contemplan recursos adicionales para recuperar trayectorias educativas en la expansión de la primera infancia, pese a que hay evidencia de su importancia para el desarrollo educativo de los estudiantes.