Mal y de malas: el lado socioafectivo de la desigualdad

¿Cuáles son los mecanismos específicos que distorsionan la mirada sobre las desigualdades? ¿Cómo operan a nivel personal? Todavía hay mucho por saber, pero en este punto la dimensión socioafectiva de la desigualdad cobra importancia.

Los problemas para dimensionar la profundidad de la desigualdad y percibirla como un problema tienen varias explicaciones | Patricio Betteo
Nexos
Ciudad de México /

Por: Paloma Villagómez Ornelas

Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos

La creciente denuncia de las desigualdades provoca reacciones de incomodidad que parecen trascender el plano de las explicaciones objetivas. A pesar de la abundante producción de evidencia sobre la diversidad, la profundidad y la perversidad de las inequidades, persiste la resistencia a reconocer injusticias sistemáticas detrás de lo que se interpreta como meras diferencias. En no pocas ocasiones las reacciones a la crítica alcanzan niveles de irritación preocupantes; los argumentos se trivializan, vuelan adjetivos y acusaciones personales y la conversación muta rápidamente en intercambios coléricos. Estas reacciones sugieren que al hablar de desigualdad no sólo aludimos a brechas medidas en puntos porcentuales o razones aritméticas, sino que tocamos las fibras de formas de interacción en las que está en juego algo más que la distribución de recursos económicos.

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