Nada que curar, todo por legislar

La charlatanería, el fanatismo, la ignorancia y el riesgo que ronda a las terapias de conversión sustenta la idea de que es positivo eliminarlos.

La democracia liberal exige que cualquier prohibición sea rigurosamente analizada, especialmente si implica el establecimiento de un delito.
Nexos
Ciudad de México /

Por: José Antonio Caballero y Luis Mendoza Ovando

Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos

Es cierto, el acto del Congreso de la Ciudad de México se ocupa de regular una actividad altamente problemática: se ofrecen curas para un mal que no existe. Esto es especialmente importante si nos enfocamos en la protección a los menores de edad frente a la imposición de este tipo de tratamientos. Sin embargo, la omisión de las autoridades federales en la regulación de la materia no otorga atribuciones a las autoridades locales para hacerlo y la legislación que pasa de forma atropellada crea espejismos regulatorios que no van a resolver el problema, sino que, por el contrario, debilitarán la capacidad del Estado para regularlo.

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