Por: Cristina Ayala-Azcárraga y Marcelo Canteiro
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
En las últimas décadas ha crecido el interés por los espacios verdes y su importancia en la sustentabilidad urbana, especialmente a partir de la enorme cantidad de evidencia científica que relaciona estos sitios con la salud física y mental de las personas. Esta relación se da a través de los beneficios indirectos y directos que las áreas verdes brindan a la población. De forma indirecta, estos espacios mejoran las características del paisaje, regulan el clima, proporcionan zonas para la infiltración de agua y purifican el aire, entre otros servicios ecosistémicos. De forma directa, los beneficios ocurren por el uso de la población de estos espacios a través de la actividad física o recreativa. El uso activo de estos espacios ha sido ampliamente relacionado con una mejora en la salud física y mental de sus usuarios ya que estimula la actividad física, pudiendo reducir enfermedades cardiovasculares y de otros tipos. De forma similar, al entrar en contacto con la naturaleza, las personas que utilizan estos sitios pueden reducir sus niveles de estrés, mejorar sus procesos cognitivos y su salud mental en general. Como si eso no fuera suficiente, existe cada vez más evidencia que demuestra que las áreas verdes contribuyen a mantener y reforzar el tejido social de una comunidad y en algunos casos incluso proveen alimentos a la población.
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