Por: Ana De Luca
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Las propuestas ambientales y climáticas han hecho suyas el indolente discurso de la resiliencia y de la adaptación, joyas atesoradas del desarrollo sostenible. Sí, se han adherido a la frivolidad y a la tiranía de los libros de autoayuda, a la pseudo psicología positivista sometida al capital que nos pide aguantarlo todo, soportarlo todo sin ningún pudor. Son parte de un discurso que privilegia la flexibilidad a todo costo, que nos juzga por quejarnos, nos reprende por estar en dolor, que nos pide “ponernos la playera”, la playera de ellos, los ganadores, lo cual supone despojarnos de la nuestra. El discurso de la resiliencia y la adaptación en el contexto de la crisis ambiental nos pide dar por hecho el fracaso de la lucha por frenar estos fenómenos. Es un discurso de la resignación, y tiene la audacia de además exigirnos aguantar los embates con una sonrisa en la cara. Por supuesto que no queremos ser resilientes ni adaptarnos, porque no vamos a someternos a un mundo de miseria, porque no van a despojarnos de nuestra agencia, de nuestros deseos, de nuestra humanidad.