Por: Rodrigo Negrete
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Somos seres que buscamos significado y al hacerlo vamos fraguando, sin saberlo, el tiempo histórico. La forma como buscamos y vemos significados cincela el mundo tanto como el mundo hace posible la actividad significante. Asimismo, en la dimensión individual somos tanto cuerpo como ideaciones conscientes y subconscientes que reverberan con él. Cada uno somos el misterio de la encarnación para decirlo de algún modo y lo de “misterio” apunta a que las divisiones categóricas establecidas por el pensamiento como materia y espíritu colapsan en una dimensión más profunda, algo que análogamente descubrió la física cuántica con las categorías de onda y partícula. En fin, tal es la condición humana: vivir en un manicomio, pero uno que tiene cierto sentido y uno además que al construirlo nos construye. El edificio puede ser opresor o magnífico, quizás ambas cosas. También del manicomio parte un sendero que sigue una trayectoria impensada, estableciendo el itinerario de una aventura que no por extraña deja de obedecer a cierta lógica interna.