Por: Aramis Olivos Ortiz y Julieta Hernández López
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Desde el origen de nuestro planeta, han ocurrido fenómenos increíbles que han dado forma a todo lo que vemos hoy en día. Dos fuentes de energía han jugado un papel importante en este proceso. Por un lado, el calor proveniente del núcleo de la Tierra, donde se producen reacciones nucleares que liberan mucha energía. Esto derrite las rocas en el manto y crea el magma, que a su vez provoca fracturas en la corteza terrestre y el movimiento de las placas tectónicas. Por otro lado, tenemos la energía del sol, que nos llega desde el exterior y también influye en todos los procesos que ocurren en nuestro planeta. Estas dos fuentes de energía, trabajando juntas, han moldeado la Tierra, nuestros océanos y nuestra atmósfera, creando un sistema complejo y maravilloso. Gracias a ellas, tenemos diferentes paisajes, climas y una gran diversidad de seres vivos. De hecho, el científico James Lovelock propuso una teoría llamada Gaia, que dice que nuestro planeta está vivo y se autorregula. Según esta teoría, la Tierra se interrelaciona en una evolución constante, como si fuera un organismo vivo. Esta bella teoría de Gaia ha sido también muy criticada en el campo de la ecología, pero es una manera fascinante de pensar en nuestro planeta como un sistema único en donde todo está interconectado.