Para hablar de lo esencial

Mi madre que también tenía una hermana. Se llamó Alicia y tuvo cinco hijos, como mi madre que también tuvo cinco hijos.

Tengo para mí que la señorita Austen no dio tantas explicaciones.
Nexos
Ciudad de México /

Por: Ángeles Mastretta

Ilustración: Gonzalo Tassier cortesía de Nexos

Cuenta la leyenda que un inglés aristócrata, gran lector, encantado con las novelas de Jane Austen, le propuso que escribiera un libro sobre los monarcas de la época. La señorita Austen, conocedora precisa de las fortunas cercanas a Steventon y Pemberly, a Bath y Hampshire, del daño o el bien que con ellas podía hacerse, dueña de una sabiduría especial para adivinar y describir con humor y regocijo el mundo de quienes la rodeaban: ávida de sus almas y sus predicamentos, juez implacable de su ética y sus costumbres, segura de que la bondad, lo bello y lo verdadero valen lo mismo si existen o faltan en la índole de quienes viven en una ciudad pequeña, en una finca o un palacio, respondió con sencillez que no. ¿Por qué? Porque no le interesaba. A ella la conmovía su mundo.

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