Por: Sergio Beltrán García
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
El cálculo de costo de reparación de los daños ya asciende sobre el millón de pesos. En los medios se propaga indignación porque el Ángel de la Independencia, que se argumenta que debe mantenerse ajeno a la rabia en las protestas feministas surgidas en días recientes, se ha cubierto de una pátina de grafiti y pintas que, algunos dicen, le restan belleza, presencia y simbolismo y que lastiman la identidad cultural nacional. Pero, ¿qué informa estas opiniones? ¿Realmente se ha dañado este monumento a la libertad? ¿Es un sinsentido que se dirija el descontento de las luchas sociales hacia tales obras públicas de arte? Como arquitecto que analiza el buen funcionamiento de una obra cuyo objetivo es propagar la memoria, sostengo que colocar mensajes políticos y actuales sobre un monumento es un acto que honra y extiende la función útil del mismo.