Por: Alejandra Navarrete Quezada
Ilustración: Guillermo Préstegui, cortesía de Nexos
En el entorno educativo, decolonizar implica pensar las condiciones que colonizan el aula, donde las responsabilidades que se asientan sobre lo educativo son cada vez mayores. Los docentes tienen una excesiva carga que se ha depositado en su labor convirtiéndolos en solución emergente a problemas sociales. La descolonización de las prácticas pedagógicas implicaría la creación de espacios de diálogo colectivo donde los docentes puedan reformular qué es eso a lo que llamamos “educación” y no caiga sobre ellos un designio que se formula desde arriba. En mi opinión, incluir la perspectiva de género y la decolonización en educación básica puede ser un acierto si se generan entornos de reflexión crítica, donde los docentes y el personal al servicio educativo, incluyendo los funcionarios de la Secretaría de Educación Pública (SEP), reformulen la manera de hacer educación. La SEP retomó discursos de reivindicación, pero escatimó en recursos para poder llevarlos a cabo. Por el momento se carece de espacios significativos de formación respecto a estos temas. Al final, si estos conceptos no se abordan de manera adecuada, se corre el riesgo de convertirlos en letra muerta.