PISA: brújula de la educación en México

Hoy en día, PISA es la única prueba confiable y comparable que tenemos para saber en dónde estamos parados y quiénes se están quedando atrás.

En muchos sentidos, PISA ha sido víctima de su propio éxito | Víctor Solís
Nexos
Ciudad de México /

Por: Daniela Rocha González

Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos

En muchos sentidos, PISA ha sido víctima de su propio éxito. Especialistas y académicos han expresado preocupaciones respecto a la manera en que PISA encauza este debate e impacta a los actores educativos con cuestionamientos. Estas críticas van desde la visión preponderantemente económica de la educación que prepara para el trabajo, hasta la presión que los rankings imponen a las comunidades educativas. Igualmente importantes son los argumentos que apuntan a una excesiva concentración en ciertas asignaturas (lectura, matemáticas y ciencias) que opacan enfoques de educación integral, situación que ha sido gradualmente mitigada con el lanzamiento de iniciativas como el Marco para el bienestar o PISA para el Desarrollo, por mencionar algunas. Incluso, los debates entre responsables de educación en el marco de la junta de gobierno de PISA se caracterizan por una búsqueda permanente de equilibrios entre cuestiones políticas y técnicas, entre continuidad e innovación; entre periodicidad y costos; entre expansión y aseguramiento de la calidad; el afán de mejora es constante. Ante la ausencia de la prueba perfecta, las concesiones son inevitables. Aun con sus claroscuros, PISA aporta información valiosa para el sistema educativo nacional.

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