Por Bernardo Cantú
Ilustración: Jaque Jours, cortesía de Nexos
Para argumentar que la prohibición de personajes animados es inconstitucional se debe proponer una medida alternativa verdaderamente capaz de sustituir la efectividad de esta política pública. Para ello, la consecuencia natural de la implementación de dicha medida tendría que ser que la prohibición de personajes animados no traería ningún beneficio adicional a la sociedad. En otras palabras, no basta decir que existen otras políticas igual de efectivas, sino que es necesario brindar una alternativa que traiga el mismo valor a la mesa. Este cambio de paradigma es primordial, pues al final lo que nos interesa no es la efectividad de la política de manera aislada sino a la luz de esta compleja red que representa la realidad del caso concreto. Por ello, es claramente falsa la afirmación de que existen otras medidas igual de efectivas. A pesar de que las medidas propuestas comparten el mismo fin, ello no implica que estas sean sustituibles entre sí. Si, bajo esta premisa, uno elimina la prohibición de personajes, la efectividad del sistema en su conjunto disminuiría precisamente porque no se tratan de medidas alternativas, sino complementarias.