Por: Anel Montero
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
La logística de construcción de los libros de texto y los planes y programas de estudio no tiene más legitimidad que la que tuvo en su momento el cuestionado proceso iniciado por el “Pacto por México”. Ahora dejan de lado a importantes asociaciones civiles —como Mexicanos Primero y otras consideradas de corte neoliberal—, así como toda evidencia que sugiera avances de la reforma de 2013 —como el ingreso al servicio educativo al margen del poder sindical—, aunque paradójicamente políticos como Mario Delgado sigan siendo protagonistas. Podemos estar o no de acuerdo con Mexicanos Primero o con su fundador, pero es indiscutible la lucha que por la vía legal han dado a favor de los derechos de los niños, niñas y jóvenes de este país. Reconocerlo es un buen punto de partida para construir un verdadero acuerdo para bien de todos, niños y maestros. Es innegable que la reforma educativa de 2013 tuvo en su implementación errores mayúsculos y en su estrategia de comunicación, su talón de Aquiles, pero a tres años de esta administración, nos siguen recetando lo mismo: “Es que antes”, “es que los otros”, “es que aquellos”.