Por: Salvador Malo
Ilustración: Ricardo Figueroa, cortesía de Nexos
Es mucho lo que ha hecho el SNI para atender y subsanar las críticas mencionadas y para señalar que evalúa resultados, no esfuerzos; productos, no intenciones; evidencias de investigación, no escritos o recopilaciones. Y la importancia que la comunidad nacional de investigación da a los nombramientos del SNI es, en sí misma, un reconocimiento a la profesionalización de la investigación y a la calidad del proceso seguido en su evaluación. Por ello, el atropello más fuerte al Sistema Nacional de Investigadores no está en las innecesarias inserciones de un vocablo en el nombre, leyes y tareas del Conacyt y —en consecuencia en las del Sistema mismo— sino en que recientemente haya ingresado a él una persona como resultado de una decisión administrativa y mediante una comisión “a modo”. Ello es equivalente a que las calificaciones, títulos y grados académicos se otorgasen, como por desgracia sucedía antes en algunas universidades, por vías no académicas y por la influencia o presión de funcionarios o individuos que debieran ser ejemplo de probidad.