Por: Natalia Mendoza
Ilustración: Raquel Moreno, cortesía de Nexos
La categoría de raza es absolutamente inválida en términos biológicos. La especie humana es notablemente homogénea genéticamente y no hay un solo criterio que permita dividirla en subespecies: hay más divergencia genética en un grupo de pingüinos aparentemente idénticos que entre humanos de varias “razas”. De hecho, la antropología física ha encontrado consistentemente más diferencias genéticas al interior de cada supuesta “raza” que entre éstas. Esto es particularmente cierto en el caso de la “raza negra”, pues África es el continente con mayor diversidad genética y esa es una de las razones por las que sabemos que ahí se originó la humanidad. Las “razas” existen en tanto construcciones históricas y culturales, con consecuencias materiales claras, pero desde el punto de vista genético son una clasificación tan arbitraria como la diferencia entre brahmanes y parias.