Por: Rosalba Loyde
Ilustración: Kathia Recio, cortesía de Nexos
Cada cierto tiempo las políticas públicas locales se enmarcan en agendas macro regionales que van orientando los objetivos de los territorios: desaparecer el hambre, disminuir la pobreza, cerrar la brecha de género, disminuir el déficit habitacional, etcétera. Objetivos que se convierten en marcos de referencia para las acciones de los gobiernos locales. Cuando los objetivos se agotan (no necesariamente porque son alcanzados), simplemente se modifican. Las políticas de urbanización son un claro ejemplo de ello. Cuando los instrumentos de urbanización a la periferia (con mecanismos de titularización o de construcción de vivienda social) dejaron de ser factibles, la idea de volver a habitar las centralidades urbanas cayó como anillo al dedo en un momento en que el debate de la crisis del cambio climático estaba en auge (años noventa). La capitalización del discurso del reciclaje funcionó perfectamente para posicionar un cambio en las políticas urbanas.