Por:Rik Peeters y Fernando Nieto Morales
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Estamos seguros de que millones de mexicanos pueden contar alguna experiencia negativa con la burocracia pública. Algunos hablarán de cuando tuvieron que esperar horas o días por “una ficha” para recibir atención médica; otros se quejarán de la falta de información o del interminable papeleo para obtener un permiso; otros hablarán de los pequeños actos de corrupción en los que debieron participar para que finalmente se arreglara un bache en su calle. Estas anécdotas son frecuentemente contadas como si fueran parte normal y hasta picaresca de la experiencia cotidiana de quienes vivimos en México. No obstante, nuestro objetivo en estas líneas es mostrar que esas experiencias no sólo son problemáticas para quienes las padecen, sino que apuntan hacia un problema más importante y estructural: la forma en que las burocracias públicas disfuncionales mantienen y exacerban la desigualdad en países como el nuestro.