Por: Máximo Ernesto Jaramillo-Molina
Fotografía: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Desde hace ya un tiempo ha quedado claro que una de las principales luchas que nuestra generación tendrá que librar será aquella por el derecho a la vivienda. Recientemente se desató una importante polémica con el Gobierno de la Ciudad de México, ante el orgulloso anunció de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, sobre una estratégica alianza entre su gobierno y Airbnb, la empresa que ofrece alojamientos en plataforma digital y que ha sido objeto de múltiples protestas y regulaciones a nivel mundial por las distorsiones que genera en el mercado de vivienda. Aunque la estrategia fue presentada por Sheinbaum como un modelo alternativo, tiene una lógica similar a la ejecutada desde hace décadas: promover el turismo extranjero de altos ingresos que supuestamente dejará una derrama económica importante en la ciudad, con la esperanza de que el libre mercado la distribuya a beneficio de la mayoría de la sociedad (aunque normalmente no suceda así). La particularidad de este anuncio, frente al resto de estrategias que ha tenido como objetivo turistificar la Ciudad de México, es que se hace de la mano de esta plataforma digital masiva, que cuenta al menos con 22 000 anuncios activos en la ciudad, y buscando atraer hasta 75 000 trabajadores remotos extranjeros —los ahora denominados nómadas digitales—.