Por: Ángeles Mastretta
Ilustración: Gonzalo Tassier, cortesía de Nexos
Para quienes estuvimos en el primer turno de las vacunas, el pasado es mucho más que la infancia. Recordamos la primera adolescencia como un abismo del que salimos triunfantes y, por lo mismo, urgidos de la segunda como el tiempo de los más inesperados, drásticos y sorprendentes sentimientos. Yo en estos días, más que en la infancia, cuando cavilo o converso acudo a esos descubrimientos. Ya saben ustedes que dejar las previsibles promesas de mi provincia y llegar a esta ciudad que ya entonces parecía infinita y en la cual nadie quería saber mi heráldica ni dónde habían llegado mis antepasados, antes de tirarme besos y proponerme acertijos como lagartijas, me cambió el destino para bien.