Por: Raúl Zepeda Gil
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Al pensar en territorios, historias y economías locales, podemos comenzar a delinear no una idea nacional y homogénea de pacificación, sino muchos procesos paralelos. Esto requiere el abandono de los dilemas nacionales y entregarnos a lo local, sin que ello nos lleve a un federalismo optimista. Más bien, lo local debe ser entendido en la relación contenciosa entre organizaciones criminales, agencias estatales en el territorio, gobiernos, elite política, sociedad civil, y ciudadanos. Una pacificación local, incluso con ceses al fuego de parte de las agencias de seguridad, requiere de imaginación política y, en particular, aprender de las lecciones del pasado. De vuelta al futuro, la pacificación necesita regresar a la discusión pública mexicana, sobre todo ante el abandono del gobierno.