Por Arturo Zaldívar
Ilustración: Estelí Meza
En el proceso de transición democrática de nuestro país la Suprema Corte ha jugado un papel de suma importancia. Ya me he referido en otras ocasiones a la manera en que, a lo largo de las últimas dos décadas, la Corte ha sido un eficaz contrapeso frente a los otros poderes del Estado y se ha consolidado como un tribunal constitucional, dándole contenido normativo a la Constitución, fungiendo como árbitro de los conflictos políticos, defendiendo los principios de la división de poderes y el federalismo y, preponderantemente, protegiendo y desarrollando los derechos humanos.