Por: Carlos Rodríguez
Ilustración: David Peón, cortesía de Nexos
Rimbaud, por su parte, ha quedado para la historia como el eterno rebelde, el adolescente que pidió libertad a los nuevos para execrar a los antiguos, el ladrón de fuego, el poeta. Rimbaud no mintió, su rebeldía está más en su obra que en su vida. Lo más fascinante de su idilio tumultuoso con Paul Verlaine —que concluyó con el encarcelamiento de éste, pues le disparó a Rimbaud, hiriéndolo en la muñeca, luego de un pleito— es que su intensidad es universal. Al leer las tres cartas que le escribió desde Londres el 4, 5 y 7 de julio de 1873, después de que Verlaine lo abandonó, se reconocen las contrariedades del amor, su estira y afloja, el abrazo y el dedo que señala la culpa, la admiración y el resentimiento. “Sobre Rimbaud se ha dicho todo, y todavía más”. Las palabras de Camus animan esta nueva traducción de las cartas. ¿Qué le dicen hoy a los lectores? Con seguridad cosas muy distintas a las de su tiempo, en que la homosexualidad era vista prácticamente como delito y pecado. Por fortuna, hoy podemos celebrar este amor —por más tormentoso que fuera— con muchos otros nuevos significados en el mes del orgullo LGBT+.