Saber del miedo

Supe de una niña que no conocía el miedo. Yo sí tengo miedo. Por eso he preferido seguir en el confín de un mundo que cabe entre las paredes de mi casa.

Sin duda me da miedo la calle, miedo la boca de la gente, miedo su paso por la noche y la madrugada.
Nexos
Ciudad de México /

Por: Ángeles Mastretta

Ilustración: Gonzalo Tassier, cortesía de Nexos

Afuera están los muertos. Unos a media ciudad, otros en el suelo de una cárcel, en los pueblos lejanos y aquí cerca. Muertos de la guerra que ya estaban en nuestra alma. Y ahora los nuevos muertos, los tomados por un mal que los ahogó durante días. Muchas veces hay paz en este aislamiento sin soledad que ya casi puede llamarse una elección. Se abrieron las puertas y la gente anda cantando en los parques y la calle, con sus niños o sus perros. Nosotros no iremos a ningún lado, pero seguir en este encierro le abre a mi cerebro túneles y vericuetos que llegan a lugares inverosímiles. A salvo, como me creo, muchas veces lo único que amenaza es el caos. Y mi manera de exorcizarlo es dejándolo entrar.

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