Por: Georgina Jiménez
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Hoy México y el mundo enfrentan una serie de claroscuros en el feminismo. Por un lado, la peor crisis económica en un siglo, la triple jornada al tener a los niños en casa, el retroceso de la participación laboral femenina y el auge de la violencia doméstica. Por otro lado, la legitimidad que ha ganado el movimiento feminista, la marcha contra la violencia de género más grande en la historia de México y el hartazgo de miles de mujeres que no daremos ni un paso atrás. En medio de esta tarea titánica, pero también de este empuje y de esta rabia colectiva, mis esperanzas están puestas en que este movimiento nos lleve no sólo a buscar corregir desigualdades en el mundo en el que vivimos, sino que nos obligue a imaginar uno nuevo. Porque no basta con tomar las instituciones que oprimen ni con atiborrar a las empresas verticales de jefas, es necesario soñar y cultivar otras instituciones y otras empresas, otras formas de hacer comunidad.