Por: Jorge Enrique Linares Salgado
Ilustración: Cecilia Ruiz, cortesía de Nexos
México está, según la OMS, entre los países que destinan a la asistencia sanitaria menos del 10 % del gasto gubernamental, y en los últimos lugares entre los miembros de la OCDE en cuanto al gasto total del PIB en salud. Los ingresos tributarios destinados al SPS no superan el 13 % del PIB en México, mientras en Argentina y Brasil son mayores al 34 %. Actualmente, muchos países están innovando formas mixtas de obtener ingresos para financiar sus SPS, mediante mecanismos de recaudación de impuestos etiquetados y de combinación de fuentes e infraestructuras públicas y privadas. México, en cambio, está totalmente rezagado. Pero, por el tamaño de la economía (a condición de que aumentara la recaudación fiscal para destinarla a salud), hoy todavía es posible en nuestro país que se amplíe la cobertura hasta que toda persona reciba un mínimo de atención de calidad suficiente, de acuerdo con sus necesidades específicas, y contribuyendo en la medida de sus posibilidades económicas reales, sin que ello implique un costo oneroso para su familia. Así pues, uno de los principales desafíos bioéticos y de justicia social para nuestro país consiste en fortalecer, sanear y mejorar el sistema público de atención a la salud.