Por: Alexandra Avena Koenigsberger
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
La lección que nos queda, como feministas, es que estamos más lejos de lo que pensábamos para alcanzar una sociedad más igualitaria: el poder legislativo no sólo no regula, o regula a medias, sino que se opone a que otros lo hagan; los partidos políticos no sólo no postulan a mujeres sino que se oponen a que se les obligue a hacerlo; el poder judicial —en su mayoría— sigue resolviendo desde la lógica de un sistema jurídico sumamente patriarcal y; por último, con un objetivo en común y desde sus propias trincheras, los actores políticos siguen defendiendo ferozmente los privilegios que les otorga un Estado de derecho patriarcal.