Sobre la narrativa hegemónica criminal

Es imperioso reconocer que una parte importante de las investigaciones actuales sobre el fenómeno criminal se levantan sobre la narrativa hegemónica.

Tal fue el grito de guerra del calderonismo. | Patricio Betteo
Nexos
Ciudad de México /

Por: Edgar Guerra

Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos

Una de las tareas de la ciencia social es describir el mundo sobre la base de categorías y conceptos. Debe reconocerse que las disciplinas y las perspectivas teóricas y metodológicas cada vez más reflexionan sobre su propio lenguaje y buscan construir instrumentos de mayor abstracción para conseguir sus objetivos científicos. Sin embargo, en fenómenos sociales politizados como el crimen, la violencia y las drogas en las cuales el Estado, los medios de comunicación, la academia y la sociedad civil han invertido tantos esfuerzos y recursos, muchas veces la premura para resolver la crisis de violencia y seguridad, y la necesidad de lenguajes comunes que permitan el entendimiento, hace que el lenguaje de primer orden mantenga su anclaje. Así, sobre la base de supuestos morales y políticos se ha consolidado la narrativa hegemónica que concibe al fenómeno criminal como un problema público que surge al romperse una supuesta y previa armonía social. A pesar de que varios de los estudios sobre el fenómeno criminal han hecho la crítica a las distinciones fáciles, lo cierto es que la narrativa persiste. El problema para la investigación científica es que los armazones conceptuales y teóricos que se emplean desde el lenguaje de primer orden descansan en una serie de supuestos que sesgan la observación.

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