Por: Ángeles Mastretta
Ilustración: Gonzalo Tassier, cortesía de Nexos
¿Cómo es que se escribe en este tiempo? Digo, para cumplirle a una profesión que ahora es de tantos. Porque escribir, desde el encierro, se ha vuelto cosa de casi todos. Alrededor, en la calle, se oye el silencio, pero por la red llegan todo tipo de ruidos y remembranzas. A cualquier hora, a lo largo del día, por todos los medios, hay tantos escritores como fotógrafos. Quien tenga un teléfono también es telegrafista; sabe de la nueva taquigrafía y del TQM con que se terminan los recados. Todo el que puede vuelve de cristal el paisaje, se hace retratos y los decora. Cualquiera cuenta, narra, grita, se desviste, maldice o se desangra frente al mundo, como antes hacíamos sólo los escritores. Ahora abundan, originales o repetidas, las nostalgias de mucha gente. Y se mezclan en una misma red falsos párrafos de García Márquez, ficciones que no son de Borges, silogismos en torno al dolor y la nada que no son de Nietzsche ni de Aristóteles, sino de quien quiera que crea serlo.