Ted Kaczynski: la muerte de un profeta criminal

Murió en una celda parecida aquella en la que vivió los últimos veintiocho años, encerrado en confinamiento solitario, totalmente aislado del mundo, castigado por un sistema al que intentó, en vano, destruir.

El manifiesto de Kaczynski no es particularmente original o difícil de comprender. | Fabricio Vanden Broeck
Nexos
Ciudad de México /

Por: Samuel Guadalupe

Ilustración: Fabricio Vanden Broeck, cortesía de Nexos

Entre 1978 y 1995 Kaczynski asesinó a tres personas e hirió a más de veinte con explosivos que enviaba por correo. Las víctimas tenían en común ser profesionales de la ciencia que se desempeñaban en ramas avanzadas de computación y biotecnología. A ojos de Kaczynski, estos individuos eran agentes de un desastre humanitario y ecológico que intentó resumir en su ya mítico manifiesto “La sociedad industrial y su futuro”. Desde antes de publicar su manifiesto en 1995 —cosa que logró chantajeando a varios periódicos estadunidenses: si accedían a distribuir el texto, el terrorista prometía que dejaría de cobrar víctimas humanas— Kaczynski, aunque entonces nadie sabía quién era, ya se había consolidado como un mito en la consciencia de su país. Sus crímenes provocaron la búsqueda más grande por un delincuente que el FBI ha emprendido en su historia.

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