Por: Guillermo Núñez Jáuregui
Ilustración: Kathia Recio, cortesía de Nexos
Demasiado tiempo le di la espalda a las inclinaciones humanistas de Steiner, precisamente porque me desempeñé, durante más de una década, como reseñista. Pero creo que vuelve a crecer en mí la idea de que también yo podría ser un crítico, con un humor y ritmo distintos. Por ahora mantengo vivo el odio a la estupidez y el mal arte, tan disfrutable, pero también reconozco que una buena parte de lo que amé de leer el Ulises fue que lo hice en compañía de otros. Para leer esa novela organicé un club de lectura, y hacía un buen rato que no compartía conversaciones con lectores, en su mayor parte, que sólo leen por amor a la lectura (y no por tener que hacer algo con esa lectura). Por supuesto, leer hoy el Ulises ayuda a odiar todavía más cómo se escribe cuando se hace como un profesional; pero creo que me pareció una lectura importante precisamente porque aprendimos, en el club, a compartir una pasión por una auténtica obra de arte.