Por: Claudia Altamirano
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Hay zonas dentro de la ciudad que permanecen como periferia debido al grado de ruralidad que aún conservan, mientras que algunos municipios del limítrofe Estado de México ya fueron “absorbidos” por la mancha urbana: los límites se desdibujaron. Los habitantes de estos grandes territorios que circundan la Línea Dorada permanecen allí por herencia, por identidad cultural o por el bajo costo del suelo —en algunos casos, casi nulo—. Para ellos la movilidad no es una opción sino una necesidad primaria: pasan gran parte de su vida viajando al centro de la ciudad. Esta ruta ahorraba tiempo, dinero, riesgos y muchas incomodidades a Tláhuac y Chalco, que hasta 2012 sólo contaban con microbuses y camiones para acceder a la red de transporte masivo de la capital. Esta es la realidad de esa zona de la capital, de la cual resulta difícil salir logística, social y emocionalmente.
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