Un error común

El viejo error común de menospreciar la belleza y la relevancia de las especies ordinarias no tiene cabida en la catástrofe ambiental y climática en curso.

El camino de restaurar ecosistemas es arduo y largo | Estelí Meza
Nexos
Ciudad de México /

Por: Ganesh Marín

Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos

La extinción de especies siempre es trágica, deja un sabor catastrófico en la boca. Apenas se piensa en la palabra y en nuestra cabeza aparecen meteoritos de eras pasadas, bestias de formas extrañas que dejaron sus restos impresos en las rocas, o especies de animales desconocidas que desaparecieron en las selvas de sitios recónditos. A fin de cuentas, ¿quién de nosotros conoce a alguien que vio una foca monje del caribe, al ratón de la isla San Pedro Nolasco o al carpintero imperial? Especies que habitaron en México y se extinguieron durante el siglo pasado. Sin embargo, la extinción está a nuestro alrededor y es un proceso natural que ha ocurrido desde que la primera especie pereció bajo los mares hace miles de millones de años. 

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