Por: Martha Olivares
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
La ciudad se instaura en una lógica de metabolismo urbano, que se refiere a la transformación sistemática del espacio para la demanda de la vida de ciudad, tanto de su población como de su economía. En esa dinámica, la ciudad es presa de intervenciones espaciales permanentes, se edifica continuamente y, a pesar de ello, no se resuelven problemas interiores como la demanda permanente de servicios. Así, las obras de infraestructura y los planes de desarrollo no están ligados a las necesidades de la población; por el contrario, están cada vez más ligados al modelo de ciudad global de la actual fase del capitalismo avanzado, caracterizada fundamentalmente por transformaciones espaciales y económicas y su relación con los capitales privados.