Por: Ximena Millán Cruz
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Álvarez-Buylla dice que es “una propuesta de avanzada” que rompe con el paradigma de los últimos tres sexenios, a los cuales acusa de usar recursos públicos para proyectos privados que “simularon” investigación y desarrollo tecnológico. Sin embargo, ¿qué se podría simular con un presupuesto tan pobre?, ¿qué pretenderán hacer si quieren eliminar el compromiso gubernamental de invertir en la ciencia el 1 por ciento del PIB anual? Incluso a pesar de que México es el país que menos presupuesto destina en investigación y desarrollo de la OCDE. Parece incomprensible que la directora de una institución renuncie a su presupuesto porque cree que lo que se hace dentro de ésta es simulación, o que hay mejores cosas en las que invertirlo. Además, esta propuesta atenta contra la libertad académica al imponer una agenda de investigación y violenta la libertad de cátedra. Somete todas las decisiones a un Consejo General y al nuevo “Conahcit”, los cuales dependerán de los deseos del Ejecutivo federal. Por si eso fuera poco, dejan a los centros y a los científicos sin órganos y comisiones que hoy funcionan para revisar y servir de contrapeso a las decisiones del Consejo.