Por: Guillermo N. Murray Tortarolo y María José Ibarrola Rivas
Ilustración: Adriana Quezada, cortesía de Nexos
Por un lado, en las escuelas se nos enseña a comer bien (el famoso plato del buen comer, o la pirámide alimenticia, o ideas del estilo), a rechazar la comida chatarra y a ingerir más frutas y verduras. Recientemente hasta en la radio hay campañas publicitarias para combatir el consumo de comida que sabemos nos hace daño. No obstante, por el otro lado, somos constantemente bombardeados por publicidad para “darnos un antojo” o “porque tú te lo mereces” para consumir papitas, refrescos —“destapa la felicidad”—, comida rápida, alimentos ultraprocesados, y demás productos dañinos para la salud. Es más, a los niños se los premia con ir a ciertos restaurantes de comida rápida, a ingerir cantidades monstruosas de azúcar, grasas y sal… eso sí, con un juguete feliz. Asimismo, los productos chatarra son los más disponibles en todas las tiendas de autoservicio (grandes, pequeñas, de cadena) y llegan a los rincones más inhóspitos de nuestro país.