Por: Sofía Ramírez Aguilar
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
El comercio por internet, la educación en sesiones virtuales, la cancelación reiterada de espectáculos y actividades culturales, así como la falta de apoyos suficientes para evitar el cierre prematuro o evitable de negocios rentables han acelerado el cambio en la forma en la que la ciudad funciona. Al ser un centro financiero y de telecomunicaciones, Ciudad de México tiene grandes ventajas para el crecimiento, pero también costos enormes debido a que la transición tecnológica ocurre a gran velocidad, dejando atrás a personas que no se pueden insertar en nuevas industrias o trabajos para los cuales no están capacitadas. Sin embargo, gracias a estructuras progresistas de mayor igualdad sustantiva, mayor inversión y mejores salarios, la ciudad también mostró mayor capacidad de recuperación que otras regiones a nivel nacional: el ingreso laboral promedio en la ciudad es 26 por ciento mayor al del promedio nacional; la proporción de mujeres insertas en el mercado laboral es mayor a la del resto del país, y la tasa de informalidad laboral es menor que en el promedio nacional, lo cual no significa que el empleo formal en Ciudad de México ya esté en niveles prepandemia.