Por: Ángeles Mastretta
Ilustración: Gonzalo Tassier, cortesía de Nexos
En el primer piso vive una mujer con los pies en la tierra, en todos los sentidos menos en uno. Tiene 43 años y está empeñada en tener hijos. La mitad de sus días los vive en Sonora, sembrando garbanzos, junto a un marido ranchero al que conoció hace poco subida en un tractor; la otra mitad frente al parque México vendiéndolos por toneladas y, en los últimos tiempos, visitando a una ginecóloga experta en reproducción asistida porque ha decidido dejar el empeño de volverse muy rica y sentar cabeza. Claramente no sabe que tener hijos es justo todo lo contrario al buen juicio. Al menos eso dice su vecina del tercero. Pero ¿qué sabe ella?