Por: Jorge E. Linares Salgado
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
La bioética, tanto en su sentido práctico como teórico, está llamada a ser la filosofía del siglo XXI. Ya sea que se considere a Fritz Jahr o a Van Rensselaer Potter los iniciadores de esta reciente disciplina, ambos pensaban que la bioética debería convertirse en una “ciencia de la supervivencia” y en una vía para reconstruir equilibradamente la relación de la humanidad con los demás seres vivos. La bioética nació como un proyecto teórico-práctico de reparación de las relaciones ambientales, anclado en una profunda reflexión sobre nuestro puesto en la Tierra y nuestras responsabilidades para con todos los seres vivos. Por ello, su centro filosófico y científico se ubica en nuestra autocomprensión como una especie natural emparentada evolutivamente con todas las demás. Asimismo, la capacidad cerebral de nuestra especie para asumir responsabilidades y principios éticos (valores y normas que regulan la conducta humana) es crucial para proteger y conservar la biodiversidad de nuestro planeta y asegurar nuestro propio porvenir.