Por: Reyes Rodríguez Mondragón
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
El valor intrínseco del precedente radica en que se trata de un mandato para que los órganos judiciales apliquen una norma de forma coherente ante situaciones similares. Este mecanismo brinda estabilidad y predictibilidad en la aplicación del derecho y garantiza un trato equitativo para las personas en escenarios afines. No obstante, es ineludible reconocer sus potenciales limitaciones. Dependiendo de cómo se diseñe el sistema y de su puesta en práctica, puede instaurar cierta inflexibilidad, perpetuar falencias de antiguas resoluciones o restringir la habilidad de los tribunales para discernir nuevas soluciones a la luz de cambios sociales o situaciones emergentes. Existen diferentes concepciones sobre el precedente judicial, pero la más común es la doctrina del precedente vinculante, que indica que un tribunal inferior debe aplicar una decisión tomada en un caso similar por un tribunal superior.
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