Por: Luis Arriaga Valenzuela, S. J.
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Hoy el mundo se desvela especulando sobre el futuro. ¿Qué pasará, nos preguntamos, cuando la vida humana quede a merced de las máquinas, cuando los algoritmos definan nuestras leyes o escriban versos capaces de conmovernos? En la actualidad, la primacía racional de la humanidad parece puesta en jaque por innovaciones tecnológicas emergentes. En muchos casos, la capacidad de los algoritmos y de los modelos de inteligencia artificial de procesar información, analizar datos y generar respuestas lógicas ha superado con creces a los seres humanos: en juegos como el Go o el ajedrez, en el análisis de imágenes médicas y en la generación de texto usando lenguaje natural, la inteligencia artificial (IA) nos lleva una amplia ventaja. Por fortuna, los seres humanos somos mucho más que solo razón y lógica. Somos —como apuntó Xavier Zubiri— un animal de realidades atravesado de emoción, intuición creativa, percepciones e imaginación, y existe una larga tradición cultural que se ha dedicado a crear y recrear el sentido de nuestros modos de vida.
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