El escritor tapatío Gabriel Martín, estudió literatura francesa contemporánea en la Alianza Francesa, ha participado en distintos talleres de narrativa y de poesía primero en La Escuela de Escritores SOGEM y luego en La Asociación de Autores de Occidente Literalia, impartidos por Patricia Medina, Vicente Leñero, Antonio Delgado, Aralia López.
Actualmente funge como director de cultura de la Alianza Francesa de Guadalajara, es coordinador de la serie bilingüe de Mantis Editores y traductor de Les Écrits des Forges y ahora conoceremos más de su paso por el mundo de las letras.
¿Cómo fue su formación como escritor?
He crecido con grandes maestros. De Patricia Medina, por ejemplo, heredé la tinta y el cariño que me formaron no sólo como escritor, sino también como pensador, me quita las telarañas de la juventud: la presunción, la imagen del escritor inglés con la pipa, la copa de whisky, la chimenea al fondo y el lebrel a mis pies. Me enseñó lo que es la literatura por la literatura, por el placer de leer, el compromiso de la escritura, la belleza de la creación. La formación que recibí en los talleres me enseñó a no ser presuntuoso, a tener amor a la literatura por la literatura, y que escribir implica fundamentalmente compromiso.
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¿Qué fue lo más difícil de convertirse en escritor?
La formación fue muy dura, porque Patricia no es de las que alaban lo bueno, muchas veces vi cómo rompía en mis narices algún cuento que consideraba como una obra maestra. Así era, semana a semana, al principio fue SOGEM y luego constituimos Literalia, allí me formé junto a autores como Luis Armenta Malpica con el que he trabajado durante 30 años y quien ha sido para mí uno de mis principales maestros, por la crítica, por las presentaciones, sencillamente por el amor a las letras compartidas.
Usted tuvo la oportunidad de trabajar con Fernando del Paso, ¿qué aprendió de ese periodo?
El poder trabajar con el maestro Fernando del Paso durante casi cuatro años, me contrató para revisar una traducción, y más tarde trabajamos en la revisión de los textos en español de su libro de ensayos **Bajo la sombra de la historia. Para él, ya era difícil por la edad, pero para mí fue un periodo de aprendizaje muy importante, tenía una memoria laberíntica, no sé cómo asimilaba tanta información, como sabía tantas citas y lo más importante cómo las volcaba sobre el papel. Estaba a la sombra de un buen árbol y las hojas que caían las ibas recogiendo.
¿Qué significa para usted el acto de escribir?
Paso semanas a veces buscando la frase correcta, a veces después de semanas, incluso después de ya publicado el libro, y no la encuentro. Como narrador me gusta encontrar la frase perfecta, admiro mucho a Gustave Flaubert por esta perfección de la cadencia del fraseo, siempre una sístole y una diástole, todo fluye de manera perfecta en la oración. El trabajo iba por esa línea, buscar la perfección que no sobre una coma ni un adjetivo.
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¿Cuál es el proceso creativo que sigue antes de escribir?
Por lo regular tengo la idea en la cabeza de lo que voy a narrar y espero hasta mi momento de sentarme y ponerme a trabajar, tengo la estructura en mi cabeza, no hago planos, deja las palabras vayan fluyendo y ya después me dedico a corregir.
Dicen que el final es una de las partes más difíciles de un relato, ¿cómo aterriza sus textos?
En cada relato, he probado distintos finales, incluso cambiar el narrador. Tengo muy pocos cuentos que no los haya modificado, me cuesta darlos por terminados, lo hago por oficio, paso más tiempo corrigiendo que creando, este es un oficio más de nalgas que de talento, porque pasas más tiempo sentado. Sólo tengo un texto que no he modificado “La angelical garganta de Angélica”. Recuerdo que cuando lo terminé estaba incluso excitado físicamente. Fue un relámpago.
El dato
Ha escrito libros de cuentos como Ellas y no siempre el espejo (2003), Hueles a tierra mojada, Wayne y otros arquetipos (2016) y el libro de poesía En el delfín, el mar/La mer dans le dauphin.
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