La carrera de José Riaza se remonta desde que se dio a conocer como la voz de la agrupación mexico-española Tragicomi-K para hace unos años construir su producción solista con discos como Despertares y recientemente Cleptomanías 1. El músico además participó en un pequeño pero importante papel en la serie de Luis Miguel y lanzó un libro de poesía llamado Retales de anarquía. Esta vez compartió a Ocio tres de sus discos más queridos:
"Comienzo afirmando que cometeré perjurio, tanto usted como yo sabemos que tres Lps son una minucia para construir el gusto musical de un ser humano. Cuando miro atrás veo tantos álbumes que se me hace un chiste el asunto de los sencillos de este siglo XXI. No se puede divorciar una parte del todo, quiero el viaje completo, a medias nada".
Money for nothing (1988) de Dire Straits
"Sonaban en mi casa desde que tenía uso de razón, pero “Brothers in arms” golpeó a mi generación. No obstante fue “Money for nothing” lo que me tocó vivir, su primera compilación, un viaje alucinante desde el “Sultans” a la bella "Portobello Belle", "Money for Nothing" (¡Con Sting!) y en la portada la imagen del famoso video de Mtv. Los chicos del cole querían tocar la guitarra como él, llevaban sus camisetas, ahorraban para las entradas para ir a los shows por que sabían que Knopfler vendría porque Mark amaba España y España le ama a él".
The black album (1991) de Metallica
"Eramos malos, chaleco vaquero, parches de Maiden… escupíamos, buscábamos bronca, hacíamos de lo prohibido una constante. “...And justice for all” era el disco sin bajo que más alto sonaba y de repente llega “Enter sandman”: agitamos las melenas como posesos y todo era nuevo. La primera vez sentí un clásico dentro de mis tímpanos como escuchar un “Smoke on the water” nuevo. Doce temas imborrables. Recuerdo con mucho cariño la versión “elevator” de “Nothing else matters”, b side del single, jamás habíamos escuchado a James cantar así. Los vi en Junio del 93, al comenzar “Harvester of sorrow” la lluvia y el sudor se mezclaba en nuestras fauces abiertas. Un éxtasis que jamás he vuelto a vivir. Después todos compramos la famosa caja con los conciertos de México y quisimos ser los cuatro jinetes del apocalipsis armando miles de grupos por cada esquina del maldito planeta".
Eternity (1996) de Anathema
"Nos arrancó del doom metal en el que andábamos sumidos brindando esperanza y melancolía al unísono. Fue algo que no nos esperábamos. Podíamos ser chicos oscuros y rockeros y abrazar nuestra oscuridad o nuestra luz. "Angelica" dejaba claro que los viejos Anathema no volverían jamás. “The Silent Enigma” nos confirmó que su música se movía a otro mundo pero “Eternity” era otro nivel, un viaje conceptual (lo opuesto a los malditos sencillos milenians). Destaca en mi memoria el recuerdo de subir al tren, ponerme los cascos y escuchar “Far away” mientras a través de la ventana del vagón la nieve blanqueaba los paisajes rumbo a Atocha".
LAT