2024: vehículo, equipaje y piloto

Ciudad de México /

Para llegar a la elección presidencial del año próximo la oposición necesita tres cosas: vehículo, equipaje, y piloto. Es decir, partido(s), proyecto de nación y candidato(a). ¿Cuál es más importante? Para quienes forman parte del voto duro, el partido; para los apartidistas y los indecisos, el proyecto y, aún más, el candidato. He aquí un dato significativo: en el electorado opositor predomina el voto blando. Sí, ya hay muchas personas que votarán por cualquiera menos Morena, pero no son suficientes para derrotar a la 4T. El fiel de la balanza será la merma, la deserción oficialista: ¿cuántos de los electores que hoy aprueban al presidente López Obrador —más o menos 60%, de los cuales solo un poco más de la mitad son inamovibles— desaprobarán a su delfín mañana?

Soy un aliancista a favor de la alternancia. Creo en la necesidad de alianzas de amplio espectro para combatir dictaduras, como hizo la Concertación en Chile, o dictablandas, como hicimos en México en 2016, cuando armamos coaliciones PAN-PRD que lograron extirpar satrapías priistas en varios estados y minar la restauración autoritaria de Peña Nieto. Eso debemos hacer en 2024, a mi juicio, para contrarrestar eficazmente el establecimiento de una teocracia transexenal —neo Maximato— en la persona de AMLO. Ahora bien, puesto que la alianza que yo considero adecuada y que he señalado en este espacio es inviable, y dado que el vehículo es menos relevante para los votantes mayoritarios de la oposición, me concentraré en el equipaje y en el piloto.

La tercera vía no es el partido: es el proyecto. El electorado quiere ver la maqueta —una propuesta didáctica— del país al que se aspira. Espero que los dirigentes opositores entiendan que sería un grave error caer en la trampa de AMLO y proponer que se retome el rumbo que México llevaba en 2018, con su cauda de corrupción y desigualdad. Se requiere un antídoto contra la sistematicidad corruptora que deseche el voluntarismo estéril en aras de políticas públicas para arrancar de raíz el problema y, sobre todo, un equipaje socialdemócrata que reemplace el lastre del populismo y del neoliberalismo. Solo la ceguera de taller del círculo rojo podría asumir que la mayoría de los mexicanos preferirá regresar a aquello de lo que salió huyendo hace apenas cuatro años.

Con todo, la clave es el piloto. Las sociedades con madurez democrática, las que viven en parlamentarismos donde los partidos y sus plataformas o programas electorales pesan mucho, suelen fijarse más en la oferta que en el oferente. Nosotros tenemos un presidencialismo proclive al culto a la personalidad, por desgracia, por lo que el perfil de quien recibirá la candidatura es fundamental. Yo, que en circunstancias normales soy escéptico de los métodos partidarios de elección directa, me inclino en este caso por elegir candidato o candidata con alguna modalidad de primarias. Aunque conozco las dificultades políticas y estatutarias para procesarla entre varios partidos, creo que vale la pena intentarla, porque distinguiría a la oposición del dedazo encuestador de AMLO y evitaría que la persona que llegue a la boleta evoque lo que la gente repudia. Aventuro el veredicto popular: si no hay rostros nuevos, al menos ofrezcan manos limpias. E invoquen conciencia social.

@abasave

  • Agustín Basave
  • Escritor y analista en medios.
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR